Atlético-Real Madrid: Un Clásico Europeo con Orígenes Inesperados
La historia del derbi madrileño tiene un capítulo fascinante en la Copa de Europa de 1959. Tras dos duelos intensos en semifinales, con victoria del Real Madrid en Chamartín y del Atlético en el Metropolitano, la igualdad persistía.
Sin la regla del gol de visitante, un partido de desempate era inevitable. La elección de la sede fue una auténtica batalla. Reunidos en el Hotel Velázquez de Madrid, directivos de ambos clubes y representantes de la UEFA y la Federación Española negociaron hasta altas horas de la madrugada.
El Real Madrid proponía jugar en la capital, mientras que el Atlético defendía la neutralidad del campo, amparándose en el reglamento. Tras horas de debate y múltiples propuestas, finalmente se acordó que el desempate se jugaría en La Romareda, Zaragoza.
Una ubicación a medio camino entre Madrid y Barcelona, donde el Atlético había jugado el fin de semana anterior. La UEFA aceptó la propuesta, aunque reconoció que no se habría opuesto a un partido en Madrid, dada la excepcionalidad de enfrentar a dos equipos de la misma ciudad.
El partido fue un duelo vibrante que terminó con victoria para el Real Madrid gracias a los goles de Di Stéfano y Puskas. Collar anotó para el Atlético, pero no fue suficiente. El resultado clasificó al Real Madrid para la final, donde conquistaría su cuarta Copa de Europa.