El Metropolitano celebra el tropiezo del eterno rival
La afición del Atlético de Madrid vivió una previa vibrante al partido contra el Celta de Vigo. Desde horas antes del encuentro, los aledaños del Metropolitano se convirtieron en un hervidero de pasión rojiblanca.
Pero la atención no solo estaba puesta en el duelo que se avecinaba, sino también en lo que ocurría en Pamplona, donde el Real Madrid se enfrentaba al Osasuna. La expectación era máxima.
El liderato estaba en juego, y un tropiezo del eterno rival permitiría al Atlético de Madrid depender de sí mismo para asaltar la cima de la tabla. Por eso, los bares y rincones cercanos al estadio se llenaron de seguidores colchoneros, con los ojos puestos en las pantallas y los oídos atentos a la radio.
La expulsión de Bellingham fue celebrada como un gol, pero el verdadero estallido llegó con el empate de Osasuna. Un rugido ensordecedor recorrió los aledaños del Metropolitano, como si el propio Atlético hubiera marcado. La alegría era palpable. El punto cosechado por el Real Madrid en Pamplona se festejó como una victoria propia, un impulso anímico para afrontar el partido contra el Celta con la moral por las nubes. La afición, más unida que nunca, se preparaba para alentar a su equipo en busca del liderato.
